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Palabras de Rivera Juliao

Foto Rafael Peralta RomeroVoces y ecos

Por Rafael Peralta Romero

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Estrenamos año. Además de mis saludos a los amables lectores que siguen esta columna, quiero expresarles mis deseos de salud y bienestar durante 2026. Siempre hay que proponerse que el año nuevo sea mejor que el terminado. Es cuestión de perseverar, hacer lo que corresponde para crecer y mejorar la vida.

Muy complacidamente, he cedido el espacio a un buen amigo que es también buen escritor. Me refiero al doctor Ángel Rivera Juliao, excelente poeta que con buen tino ejerce la pediatría en Puerto Plata. Él es el autor del siguiente texto, en el que confluyen lo poético y lo lingüístico. Rivera lo tituló Palabras:

Hay palabras que nacen desnudas cuando abren sus sonidos al mundo del habla; que vienen sin traje y sin corbatas y descalzas como las piedras. Palabras que piden permiso para entrar al oído y que el tiempo nos estruja en la memoria para que no las olvidemos, algunas roncas y otras casi mudas sin importar las cuerdas vocales que las articulen.

Palabras que se resisten a morir a pesar de las academias y los diccionarios que las omiten. Palabras renegadas de los cuentos y los versos y que nunca entonarán un canto. Palabras que al contacto con otras voces han perdido sus acentos y en el estertor de su agónica gramática se han rendido al avasallante empuje de una sintaxis atropellada para renacer en otras de confusa y extraña etimología.

¿Adónde se encamina la lengua?

La lengua se renueva cada día al contacto con otras lenguas y otros pueblos. Cada oficio tiene su propio argot y no es de extrañarse que con el correr de los tiempos surjan otras lenguas con la mescolanza de las voces de los diferentes oficios.

Se me ocurre pensar que las personas que no leen, inventan sus propias palabras para darse a entender y para denominar situaciones y cosas cuyos nombres desconocen. Y esas son las palabras que nacen desoladas, sordas y ríspidas, pero cortantes y frías, como los filos de los acantilados.

Es sorprendente cómo nacen y cómo van adquiriendo significado y cómo se repiten en cada hablante hasta ocupar un espacio en el tejido de la lengua. Sílabas que se confabulan entre sí para unirse y darle sentido a una frase, a una oración, como si en realidad conspiraran contra el silencio hasta lograr insertarse en el vocabulario, dándole riqueza verbal, sonoridad y ritmo.

Y así, brotan en cascada hasta ocupar las páginas de los libros. ‎