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La humildad de la grandeza

Foto San MarcosSegún el evangelio de San Marcos 1, 6b-11

Ánimo en dos minutos

Por Luis García Dubus

¿Cómo explicaría usted si viera a un Cardenal pidiéndole la bendición a un barbero? ¿Sería una broma acaso...? Esa misma pregunta me hice yo interiormente cuando vi al Cardenal Octavio Beras (1906-1990) en ese tiempo Arzobispo de Santo Domingo, pedirle la bendición a Julio A. Martínez, un humilde barbero azuano que estaba a mi lado.

"Bendición tío Julio" oí claramente que le dijo, inclinando ligeramente la cabeza. ¿Qué haría aquel hombre moreno, ante tal inusitada petición?

"Que Dios te bendiga, mi hijo" lo escuché mientras ponía suavemente su mano encallecida sobre la insigne cabeza del Cardenal. Un pobre barbero se atrevió a acceder a pedir la bendición de Dios para él. ¿Por qué hizo eso el Cardenal?

En el evangelio de San Marcos 1, 6b – 11 vemos al Señor haciendo algo similar.

Jesús baja al río Jordán, y ve una muchedumbre de gente sencilla de todas las aldeas, personas de conducta cuestionable, se hacían bautizar por Juan, confesando sus pecados y convirtiéndose, con la esperanza de recibir dignamente a una figura misteriosa que Juan dice que está a punto de llegar.

Juan afirma que quien viene es "más fuerte que él", que es "el que ha de venir" y que "bautizará con Espíritu Santo y fuego"

Y Jesucristo, como un simple carpintero judío de Nazaret, se pone en la cola como uno más para pedirle Juan que lo bautice. ¡Como si Él necesitara que le perdonaran pecados! ¡Como si Él fuera inferior al bautista...!

¿No se le parece al caso de un Cardenal pidiéndole la bendición a un barbero...?

Estamos frente a un misterio: La humildad de la grandeza. "El mundo", es decir, la gente sumergida en la confusión con tal de tener poder y de darse importancia, difícilmente reciben un mensaje vital de esto. "Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen."

Ese día, todo el mundo vio al Espíritu Santo en forma de una paloma, y oyó la voz del Padre exclamando: "Tú eres mi hijo amado, mi predilecto" ¡Asombroso!

LA PREGUNTA DE HOY
¿QUÉ RELACIÓN DIRECTA TIENE TODO ESO CONMIGO?

Si usted está bautizado, podrá ver la relación enseguida: En su propio bautismo, Dios Padre también dijo lo mismo: "Este es hijo mío, y yo lo amo". Y hoy se lo repite: "Mi hijo/a, Yo te amo"

Dice Henry Nouwen que "este es el misterio de la vida cristiana: recibir una nueva identidad que no depende de lo que nosotros podemos conseguir, sino de lo que estemos dispuestos a recibir" (Compasión, pág. 37-38)

Y todo lo que hace falta, es que tengamos la humildad de dejarnos amar hasta el fondo. Nada más. Queda usted invitado.

ESTA ES LA HUMILDAD DE LA GRANDEZA,

Y TAMBIÉN ES LA GRANDEZA DE LA HUMILDAD.