De castigo en la azotea
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De castigo en la azotea

Foto Rafael Peralta Romero 2Voces y ecos

Por Rafael Peralta Romero
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"Soy verde. Soy asquerosamente verde, soy el ser humano más verde que conozco. Tengo exceso de coloración verdosa en todo el cuerpo: dedos verdes, pestañas verdes, mis ojos son verdes, ¿puedes imaginar los ojos de un tipo tan verde como los míos? Deslumbro de tan verde que soy".

Es el párrafo inicial del cuento "Los ramasecas", de Vladimir Tatis, contenido en su libro "De castigo en la azotea", el cual fue escogido (segundo lugar) entre decenas de obras narrativas en un concurso organizado hace unos años por el Ministerio de Cultura como parte de sus Proyectos culturales.

Recientemente, Vladimir Tatis ha presentado al público una nueva edición de su libro en el marco de un singular "perfomance" muy proporcional a la personalidad del autor. Ahí –calle Isabel la Católica, entre bicicletas y tragos- se presentó también "La herida de Eva", otro texto narrativo de Tatis.

Un agudo comentario de contraportada afirma acerca del libro de Tatis que "Su gran mérito es ir a contracorriente. Nadie sale inmune". Ciertamente, la cuentística de Tatis tiene un timbre de originalidad que la distingue de lo común y hace que el lector esté atento a lo que lee. Es disruptiva.

"De castigo en la azotea" ha permitido a Tatis demostrar su adecuado manejo del absurdo para construir historias que pueden ser disfrutadas con fruición. La rareza de sus argumentos y personajes no le niegan al texto su entronque con la realidad social y el entorno particular del autor.

Lo que no es posible en los cuentos de Tatis es una reproducción objetiva de los hechos. No hace retratos de los conflictos sociales, sino que traza caricaturas. Tatis ha incluido como epígrafe, al inicio del volumen, un juicio del pintor Lucian Freud que resulta muy adecuado a su personalidad como escritor.

La cita: "¿Qué pido del arte? Que asombre, que perturbe, que seduzca, que convenza. La tarea del artista es incomodar a los seres humanos". De Lucian Freud (Berlin, 1922) se dice que hubo de luchar contra la crítica para defender la modernidad de sus obras. Como Tatis, nadaba a contracorriente.

El cuento tiene sus normas, su ortodoxia, con siglos de vigencia. Tatis ha aprendido la técnica narrativa, y luego parece burlarse de ella con sus personajes verdes o su Ciguapa con París. Realmente compone cuentos con sentido moderno, sin obviar las leyes del género, y lo más importante: escribe como a él le parece, muestra desenfado con sus temas y con su estilo. Y le queda bien.